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La esperanza de vida después de un trasplante de médula ósea varía según la edad, la salud y las afecciones subyacentes, y las tasas de éxito mejoran. Enfermedades como la leucemia suelen tener remisiones a largo plazo, especialmente en pacientes más jóvenes y sanos. Los resultados exitosos dependen del manejo de complicaciones como la enfermedad de injerto contra huésped. La vida posterior al trasplante está marcada por hitos de recuperación, que pasan de un seguimiento atento a la recuperación de la fuerza y la normalidad. La atención de seguimiento regular sigue siendo esencial para abordar los efectos tardíos y los problemas de salud emergentes. Más allá de las consideraciones sobre la esperanza de vida, la atención se centra en la atención integral y en adoptar una vida plena después del trasplante, haciendo hincapié en el bienestar físico y emocional.